Mi empaque es dudoso, a veces feo a la vista, a veces imposible de llevar. Me veo al espejo y miro los errores que soy, pero ya no puedo, ya no quiero sentirme así.
Por dentro soy más efectivo que otros, en mi cabeza he ideado historias de éxito, amor y lealtad que me da pena compartir.
Y en este ir y venir de las relaciones, me pierdo un momento y conspiro una vez más en mi contra, pues no soy ni me siento suficiente.
No se si es mi esencia o es el empaque que cargo.
Compro vino de caja y me siento defraudado por el exterior pero me embriago solo con su dulce sabor y alcoholizante sensación.
Me pregunto si soy suficiente y miro el púrpura intenso de mi vaso de cristal.
Quisiera arrancarme la piel y llorar, morder cada parte de mi arrancar los trozos, pero así soy, un hechizo en el tiempo, la intimidad de mi cuarto, el dolor de mi llanto. Vino de caja y su delicioso sabor.
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