Cuando por fin llegué a nos encontramos, no pude verlo sin evitar ponerme a llorar como aquel niño que lloraba en el kínder, no pude verlo sin evitar ponerme a llorar como aquel puberto que lloraba hasta quedarse dormido ante un amor imposible, no pude verlo sin evitar ponerme a llorar como en aquellos días de alcoholismo adolescente.
Pero esta vez había algo diferente en mis lágrimas, algo simplemente no era igual. Me quebré como me había quebrado otras veces, pero no se era igual.
Lloré muy diferente a aquellas veces, lloré con unas lágrimas diferentes, con unas lágrimas según yo más sabido, según más experimentado. Puras mentiras que son la vida, y si de algo estoy seguro es que nada es seguro.
Y cada vez que me pregunten por ti me encargaré de hacerles saber que no eras como te pintaban, que fuiste lo mejor que me ha pasado en la vida, que fuiste la persona más amorosa y que me lleno de experiencias como nunca nadie, y que no me alcanzarán las palabras para agradecer todo lo que viví y lo que aprendí contigo.
Escribo esto frente a mi computadora con ganas de ponerme a llorar mientras suena amor completo de Mon Laferte. Gracias mi amor, gracias mi pequeño, hasta pronto, hasta luego. El destino se encargará de juntarnos o de llevarnos por caminos distintos.