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martes, 21 de mayo de 2019

destino

los momentos de dolor nos trajeron aquí,
recuerdos olvidados,
peleas a media noche,
dolor entre luces de fiesta,
asco,
furia.
todo eso nos trajo aquí

¿y vale la pena?

la pregunta ronda en los pares craneales,
la respuesta no es clara.

poniendo fé en el destino,
sí existe,
no existe, 

no creemos en coincidencias,
pero qué nos trajo aquí.
justo ahora,
justo aquí,
justo en este lugar que parece inhóspito.

una cornucopia,
parece bueno,
pero estoy exhausto,
y no se si pueda,
de nuevo.

la marea,
el agua,
la noche,
la tinta,
la cebada,
esa vida ya no existe.

esta parece distinta,
después de haber tardado,
el destino nos trajo una vez más aquí,
pero tal vez,
tardamos mucho,
tal vez ya estoy muy cansado.

lunes, 20 de mayo de 2019

vómito

un dolor en el estómago atacó toda la mañana, no cesó. después de roer el pan, me dejó la lengua con un resabio masudo y asqueroso.

el bolo alimenticio llegó a mi sistema para hacerme un reflujo permanente, un dolor que tal vez había llegado para quedarse.

me sentí ciego, me sentí sordo, me sentí ingenuo en medio de la cocina, el olor a café amargo me hizo sentir ignorante de mi pasado, anhelando un futuro que no existe con recuerdos olvidados.

el sonido del microondas me atrapaba en su ruido continuo y hartante, el asco en la boca de mi estómago se hacía más fuerte.

vomitar, quería yo.

vomitarme todo yo, vomitarte encima todo lo que me hiciste ser y que no soy.

vomitar mis recuerdos falsos.

vomitar mi vergüenza.

vomitar mi ignorancia.

vomitarte a ti.

martes, 14 de mayo de 2019

¿Cuántos se necesitan?

Caminando por el valle, sombras, almas sueltas, demonios libres, fantasmas del pasado. Te provocan, quieren comerte y anhelan tocarte, hacerte suyo, y te resistes, eres fuerte, pero también débil. 

Sostienes una mano caliente, te dices feliz, recorres los campos florales mientras sonríes y vociferas palabras de miel, pero a veces y sin darte cuenta pisas algunas lilis, o aplastas sin querer algún nido de hormigas. 

Te hieres, espinas carcomen tu piel, el veneno ardiente de las arrieras hacen quemar tu ser, pero es excitante el dolor del caos y lo que trae consigo, te recuerdan que estás vivo porque no sólo el canto del pájaro es hermoso, también la sensación de la espina clavada en la piel. 

Sueltas el calor de la palma, descubres cuevas oscuras, llanos solitarios se hacen presentes frente a ti y caminas alrededor de altas montañas que solo te provocan frío, querer volver al valle donde caminabas al lado del fuego es un recuerdo constante que se vuelve parte de ti.

Volver, es fácil y a veces difícil, te vas y vuelves, a veces más lento y a veces más rápido, vuelves, te cansas, te vas, te recuperas y vuelves.  

Y en el camino ya has roto un sinfín de flores, has quemado chozas enteras y roto nidos de aves cantoras, todo por el enervante sabor del caos, el delicioso elixir del dolor que te hace volver al lado al camino, a recuperar fuerzas al lado de la sombra burbujeante. 

Todo para tratar de sentirte bien o de sentirte mal, pero sentir, y al final, volver otra vez. Siempre se vuelve otra vez. 

Y al final, te preguntas, ¿cuántos corazones necesitas romper para salvar tu valle?




martes, 7 de mayo de 2019

yo, digital

Parece que fue ayer cuando me inauguraba en el mundo de la escritura, ni siquiera me sentía cómodo hablando sobre mi mismo, ni siquiera sabía como hacerlo, y ahora, han pasado más de 6 años. He despotricado sobre mi y mis emociones en más de 100 escritos que han salido de distintas partes de mi ser. 

No soy el mismo de ayer, pero sí, pienso al releer mis penas amorosas del ayer, al recordar mi llanto por un examen imposible, al pensar en las veces que fantasee salir del closet o cuando me descubrí a mi enamorado de lo imposible.

Parece hace tanto, parece tanto, pero estas ideas, estos textos y estos años se han ido escapando de mi sin darme mucha cuenta, se han configurado en una serie de párrafos que hoy aún, a veces, me intimida compartir, y es que aún me apena mostrar quien soy, quien fui y quien quiero ser. 

Y no olvido, porque mi autodiagnosticada hipermnesia a veces me lo impide, y puedo volver a leer cada uno de ellos y puedo volverlos a vivir, como si aún viviera en ellos, como si repasara las emociones una a una. 

Pensaba el otro día en como he perdido el tiempo, según yo, pero pareciera que no ha sido tanto, al menos, esas dolorosas noches de ansiedad, las agonías del alcohol y el doloroso paso de la verdad en mi pecho se han regurgitado en palabras, en recuerdos que quedan atesorados dentro de este espacio digital,  y a eso me refiero cuando digo que nuestras emociones viven en gigas. Soy una persona en línea, atesorando recuerdos en un ordenador, dentro de una pantalla que emana luz, como la luz que emano, tal ve no somos tan distintos de las máquinas. 

Aún no sé que voy a hacer con todo esto, con estos textos, aún no se donde los voy a poner, si debería ponerlos en algún lado o solo guardarlos para mi, esperando a que el apagón tecnológico los consuma, a que la muerte de mi memoria digital me haga olvidar lo que alguna vez fui. 









domingo, 5 de mayo de 2019

Mandalas

Y la verdad en tu boca me tomo por sorpresa. 

Te fuiste, huiste en la oscuridad para intentar resolver códigos en sánscrito, te fuiste a tratar de decodificar los símbolos en otra piel. Y yo me quedé, solo, recordando quién era, quien fui. Tratando de decodificar el símbolo que muere lentamente en mi piel, el símbolo que ambos fuimos matando y que ahora está por desaparecer. 


miércoles, 1 de mayo de 2019

Yo, en el pasado

Terminamos, el dinosaurio se fue, nos dejamos con un sabor a mermelada en la boca, a pan de dulce y frijoles refritos, porque así sabía nuestro amor. A caminatas en el atardecer, a donas con chocolate, a dos y a cuatro ruedas, a fotografías, a olas, a cerveza y tequila barato, a dolor. 

Y han venido a mi mente los recuerdos de un yo que se quedó en el pasado, como un recuerdo olvidado, junto con quien sabe cuantas más cosas que habré perdido en el camino, y ahora mi mente va a aquellos días en los que bebía alcohol barato o temía de las pieles extrañas, aquellos días en los que imaginar era difícil, en los que crear parecía insólito. 

Un aire caliente de melancolía recorre mi estómago desde hace unas semanas acá, al pensar en todo aquello que ya no viví, todas mis dudas no despejadas, los hubieras que se quedan enterrados en las profundidades de mi mente. 

Adiós a mis otros yo del pasado, esos que se fueron con sabrá Dios cuántos nombres y rostros, cuantos domicilios no conocidos, cuantas lágrimas derramadas, cuantos besos no dados. 



Catarsis

Catarsis, ha resonado en mi mente desde la primera vez que hice a la palabra parte de mi vocabulario, una de mis favoritas y de las más emocionales. Catarsis, hasta pronunciarla suena interesante, desgarrador, como si algo se rompiera en el paladar cada vez que intenta uno sacarla a colación en alguna conversación. 

Y así he hecho algunas palabras parte de mi vocabulario común, de mis pensamientos, de mis oraciones, de mis textos que vienen ha desencadenar en catarsis. 

Mi mente y mis recuerdos se van formando con base en palabras, las palabras se vuelven pensamientos, las oraciones se vuelven recuerdos, los textos se vuelven sentimientos. 

Y la catarsis sigue siendo una palabra imprescindible, vivo entre sus vocales, susurro entre sus consonantes y me alimento de ella, la traigo en mi piel, la siento sobre mis vellos.