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viernes, 3 de julio de 2020

cuarentena (2)

Acerco mis manos al acrílico, pero me detengo. No se deben tocar las superficies sucias pues podría enfermar. Trato de vislumbrar lo que hay detrás del azul del agua salada.

Acerco mi rostro y veo mi reflejo, hace un año también fui enviado a cuarentena por un pesar del alma. El cristal salado nos divide, a mi y a mi.

Me pregunto si encontrar paralelismos en mi vida o metáforas emocionales será un defecto o una virtud. Mi yo de hace un año estaba quebrado como yo justo ahora. Y ahora nos vemos frente a frente, tras el acrílico espeso.

Atrapado en la monotonía de mi dolor fui enviado a cuarentena, y como una especie, he penado durante 4 meses entre recuerdos, ansiedad y un virus que pretende atacarme el pecho

Me busco y ahí estoy, tratando de averiguar conmigo mismo si todo lo que nos ha traído aquí ha valido la pena, si el encierro voluntario traerá cosas buenas, si me hará mejor persona.

Y jamás me olvidaré de la primavera,
del olor a humedad que se escapa por las esquinas de mi casa,
de los momentos que quise
y de las fotos que hice.

Y ahora ya nada será igual,
ni yo,
ni mis risas,
ni mi llanto desconsolado,
ni mi andar por el cuarto gris,
ni mi amor por ti.

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