Justo ayer hablaba de los fuertes esfuerzos que hay que hacer para lograr todos nuestros cometidos, nuestras metas, y la vida se encarga de recordádmelo a cada segundo.
El tiempo avanza rápidamente, ya no es como en la infancia, que el reloj parecía ir a vuelta de rueda y nos urgía llegar a ser adultos, pensando tontamente que era lo mejor de todo, ignorando que desperdiciábamos nuestros sueños creyendo que ser adultos era lo mejor dejando de lado la etapa más hermosa de esta vida.
Estoy harto de hacer promesas que no cumpla y cometer errores tontos por creerme débil o incapaz, por primera vez en mi vida quiero sentir que lucho por algo bueno, que me enfrento a algo y que soy capaz de ganar.
Baste de tener miedo, basta de ponerme límites, basta de huir de las cosas a las que creo no poder enfrentarme.
Este año logré uno de mis más grandes cometidos y pareciera que todos lo entendieron de la mejor manera, eso me hizo sentir libre, pero aún algo más que lograr, mi gran reto, el gran rumbo de mi vida.
Ya no quiero mirar atrás y sentir frustración por todo lo que hice o no hice, principalmente lo que no hice, y todo por tener miedo, no soy tan débil como creo y puedo enfrentarme a cosas más grandes.
No voy a vivir mi vida dos veces, así que es todo o nada.
