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miércoles, 30 de marzo de 2016

El mundo es un lugar injusto

Nos gusta creer que todo saldrá bien, que vivimos en un mundo justo donde las cosas fluyen de manera agradable, y a cada quien le toca lo que quiere o lo que desea. 

Pero no es así, no debe ser así. Creo firmemente en que la vida y el destino jamás nos darán lo que queremos o deseamos, sino lo que necesitamos. Que el mundo es un lugar sumamente justo si luchamos, nos esforzamos, y no nos quedamos cruzados de piernas esperando a que alguna fuerza sobrenatural nos ayude. 

Estamos donde debemos estar, con lo que tenemos que tener. Así es, así de simple. Nunca crean que la vida les debe algo porque no es así. 

Esta vez las cosas pueden ser diferentes, pueden ser mejores, con un final diferente. Y todo depende de uno mismo, de mí mismo. 

El mundo es un lugar sumamente injusto, claro que sí, si así es como quieren verlo. 


miércoles, 23 de marzo de 2016

Mantaraya

Creo en Dios porque me ha echado la mano cuando más lo necesito. Creo en mis papás porque sin ellos no sería nada de lo que soy ahora. Creo en mi familia porque sé que siempre me apoyará en todo. Creo en mis amigos porque siempre me aconsejan y me alientan. No creo en mí, no sé por qué, pero sigo sin hacerme a la idea de qué cosas buenas pueden pasarme. 

No entiendo cómo es que mi negatividad a veces me supera, como es que siento que el mundo conspira en mi contra. Por más que me esfuerzo, mi mente tiene bien fijado que todo lo malo que me pasa es por mi culpa, y por más que me esfuerzo, las cosas buenas nunca vienen a mí. 

Creo en ti, creo en nosotros, pero no creo en mí.

De nuevo siento ese cosquilleo en la zona abdominal, ay Dios, qué pesar. Como odio la sensación de completa ingenuidad y desoriento. Sin embargo creo en lo efímero que es el amor, en lo fugaces que son los sentimientos, y en lo pendejo que soy. 

No quiero creer, me da miedo luchar, temo al fracaso, lo vivo. 

Soy un pez de acuario, temeroso de mar. Una manta raya en en un estanque. Me limitaré a ver a los que me observan tras el cristal. 


miércoles, 16 de marzo de 2016

Naúfrago

Parece que sin querer, se ha hecho ya una costumbre que me acerque a escribir cada mes, y sí, por más sorprendente que parezca, ya son dos meses desde que estoy aquí, viviendo en la grandiosa Ciudad de México. 

Sigo descubriendo cosas todos los días, y sigo aprendiendo más sobre el mundo, sobre el mal, sobre el bien, y por supuesto aprendiendo sobre mí. Me he dado cuenta de lo mucho que he crecido, lo mucho que he aprendido y como he cambiado gracias a todas las experiencias que la vida me ha dado. 

El chico de 18 años que se cagó hace unos años puede sentirse muy orgulloso del Ivan que soy ahora. Siempre digo que me han pasado situaciones tristes, pero carajo, no sería quien soy ahora sino fuera por todo eso, y que más da si las experiencias gratificantes y los momentos felices han sido mayores. 

Hoy por hoy no puedo quejarme por absolutamente nada en mi vida. Mis papás me aman y me aceptan tal como soy, mi familia me ha apoyado en todo lo que les he pedido a pesar de los errores que he cometido, mis amigos siempre han estado conmigo en todo momento, desde las borracheras hasta los momentos más tristes, la universidad me ha enseñado muchísimo sobre mi carrera y también sobre mi mismo. La universidad me regaló a un nuevo grupo de amigos que no cambiaría por nada, pues tienen ideales afines a los míos y junto con La Elite también hemos crecido bastante, y justo ahora, la vida me está regalando más momentos, enseñanzas y hermosas personas que me están cambiando para el resto de mis días.

He hecho y deshecho, la he cagado, he rifado, he llorado, he reído, me he humillado, he insultado y no puedo quejarme de nada en lo absoluto por esta hermosa vida que me está regalando Jesús,  que se que es mi amigo, y por más pruebas que me ponga, se que no me fallará, aunque yo algunas veces le haya fallado a él.

Soy un náufrago que anda explorando en una isla ajena a su pequeño puerto, pero  no estoy perdido, no me fui. Sólo me alejé para poder ver mejor.


"La distancia es saber valorar un café con tu gente. Con los de siempre. O una cerveza al sol. Es plantarle cara al mundo un día, hacer las maletas e irse. Es no saber muy bien lo que haces hasta que pasan unos meses. Y cuando empiezas a ser consciente de la decisión que tomaste, seguir adelante. Porque la distancia es eso, arriesgarse. Tener valor. Jugársela sin estar seguro nunca. Tener un pie en un sitio y otro en el otro. Es muchas veces tener una lucha interior entre tus sueños y tus sentimientos"