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miércoles, 28 de abril de 2021

adelante caminante

La abuela Alfonsa, siempre decía 'caminante no hay camino, se hace camino al andar' y la tarareaba mientras me llevaba de la mano por las tortillas, el pollo o las verduras. Parecía otra vida, tan lejana y al mismo tiempo habita el cántico en las paredes de mi alma. 

Pienso en cuantas veces he temido del futuro, del abandono, del olvido. Tal vez hago planes de más por temor a que todo se acabe de imprevisto, tal vez rebusco respuestas obvias para hacerme a la idea de que el tiempo se va a alargar. 

Y entre ruegos me encuentro sintiendo pena una vez más, y es que insisto demás, pienso demás, siempre de más. 

Derramo una lágrima, ya no me permito más y pienso en mi abuela caminando conmigo mientras me decía 'caminante no hay camino, se hace camino al andar'


mudo

Callo para no lastimarme más, por si al tratar de hablar,  se me escapa un grito ahogado o unas lágrimas más. 

Vivo en un lugar mudo, donde no hay escondites seguros, espacios donde pueda estar lejos de ti. 

Imagino que al verte por ahí, voy a salir herido del alma, que un día cualquiera, aparezcas en la fiesta contigua y termine orando por mi destino. 

Le temo a arriesgarme, a aventurarme a conocer a alguien más por el miedo a que tenga algo que ver contigo. Que tú alma haya ya manchado la piel de aquel ser y que termine sintiendo que te encuentro al tocarla con mis dedos. 

Mi dedos mudos, mi piel muda, mi boca muda, mi alma muda. Muda para que no se escape la verdad que carcome y que arrastro todavía como una vergüenza, a pesar de que no es mía. 



viernes, 23 de abril de 2021

Esta no, mi otra vida

Desperté, hice café y pensé por un momento que ya todo lo tengo. Al menos en esta vida. 

Pero ¿qué hay de la otra? o de las otras. Las que he dejado atrás,  las que se han quedado atrapadas o en alguna bifurcación, aquella anécdota no ocurrida o la vez que no me quede en algún lugar. Con quienes me habré topado, a quienes habré conocido. 

Me arden los labios, las yemas de los dedos. Pienso en las veces que perdí un destino distinto por tener miedo o por sentirme ajeno. Las noches que he pasado anhelando un presente alterno o cuando he llorado al sentir que ya no doy para más. 

Me escapo a veces, y entre letras me invento lo que habrá sido de mi. Donde yacerán sus sueños, en que brazos se quedaron dormidos o cuantas cervezas habrán compartido a la luz de la luna. 

Bebo el café que me devuelve a esta, la cocina de mi presente. Y esta mañana, decido alegrarme por lo que creo que soy, y sonrío porque al menos esta vida, se sienta un poco más mía. 







domingo, 4 de abril de 2021

las personas como individuos autónomos

Construyo en pedazos la imagen del hombre, el hombre. Quien me mira desprevenido al verme despertar, husmeando en lo más hondo de la cama que nos sostiene. En la esquina del buró se encuentra un vaso de agua, manchado ya por los labios con la esencia perpetua que permanecerá como el recuerdo latente de ese espacio de tiempo. 

No olvido, guardo en la herida todos los detalles del momento, un poco insufrible, un poco bello, un poco hartante. Así que camino por el rumbo con los recuerdos de las pieles y los llantos que no logro despegar.

Y descubro (por patético que suene) que no puedo separar a las ideas de los nombres, y es que no puedo o no quiero. Me miro en el reflejo del espejo circular y pienso en cuantas veces voy a seguir haciéndolo, llenar de significados a las cosas,  a las risas,  a los momentos,  a la calle oscura donde reí o al helado sabor vainilla que llevará tu nombre por el resto de mis días. 

Las personas como individuos autónomos, haciendo lo que pueden consigo mismos, y yo también haciendo lo que puedo conmigo mismo; como lidiar con el recuerdo inaudito de la idea de lo que son.