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martes, 25 de febrero de 2020

espejismo

Camino sobre las horas, que se han vuelto inestables, a veces flojas y a veces ágiles. Me mezclo en sucesos del presente que me hacen sentir adormitado, pero al mismo tiempo vivo.

No olvido, pero existo en esta paradoja de emociones múltiples, donde al final creo que lo mejor es verme solo a mi. Moviéndome y saltando sobre esas horas.

Y volviste, como me dijeron, los sabios y los tontos, volviste como todos dijeron, como yo dije. Y ya no se si creerte, ya no se si me hablas tú, o si me habla el espejismo en el que te has convertido.

Anhelo el calor de tu carne, pero seguro encontraré sólo el frío de un cuerpo espectral, tu corazón enamorado ya no me asegura el calor del ayer. Más bien parece un gélido recuerdo transparente.

Y este espejismo en el que te has convertido me hace dudar, y me deja ver a través. Ya no se si te veo a ti o sólo a la vaga idea de lo que fuiste.

sábado, 22 de febrero de 2020

la levedad

Yo había llegado a su vida como si alguien me hubiera puesto en una cesta y me hubiera dejado caer río abajo a su pecho, como un perro rabioso anhelando el calor de un hogar. 

Soñaba con él, en medio de una piscina, mientras yo junto con otros hombres desnudos, desfilábamos a su alrededor mientras él disparaba al azar, cuando alguien caía a la alberca, todos reían, despertaba por las mañanas con un dolor en el pecho, de si yo sería el siguiente en la próxima pesadilla. 

Y fuimos uno por mucho tiempo, dependientes de una manera enferma y territorial, anhelando el control eterno del otro, coartando la respiración, golpeando nuestros egos ácidos, y el dulce sabor de las venganzas. 

Y ahora existimos para siempre en el corazón del otro, yo pensaba que sería una pesadez, cargar con alguien para siempre en el alma. Llevarlo a todos lados, dormir, comer, hablar, pero se ha vuelto leve, se ha vuelta ligera esta carga que por ratos duele, y por ratos no. 

Redacto más letras que saben a tu nombre, en textos que apestan a ti, y me siento débil de repente, anhelando pesar una vez más. Pero hoy, decido ser leve. 

miércoles, 19 de febrero de 2020

azul oleaje

Construimos las olas, azules, pero también saladas.

Han venido a golpearme con fuerza, también a darme paz. Han venido a detenerme de encontrar.

Y de apoco nos rompimos, la ropa, la cara, la tinta, las emociones rompen como las olas del mar, rotas como el corazón.

En esta constante marea de sal, nos corrompimos.

La fuerza de las olas continuará, no se si de la misma forma o con la misma fuerza.

Sabrá Dios donde irán a romper ahora las olas del mar.

Miro

La idea se ha quedado clavada, vuelvo para sentir el calor, pero solo un rato. No lo quiero estropear.

A menudo, y de manera inconsciente pasa por mi mente, está ahí al cruzar la calle, al mirar los puestos de comida y cuando veo a gatos callejeros maullar.

En el pecho habita el dulce recuerdo de la agonía, el amargo sabor de la rutina y el frío de las emociones.

No se puede volver, no, no encaja, o al menos eso creo.

Y le venero, como a la imagen del beato, estás ya esparcido en la ciudad, oculto, esperando encontrarme y hacerme sentir una vez más.

miércoles, 12 de febrero de 2020

La persona que amo

Voy a escribir sobre la persona que amo,
aquella a la que he olvidado muchas veces,
dejando varada por ratos.

La oculté por un tiempo en un mueble,
la llené de ropa bonita,
y le di cerveza fría.

Le dije que sus sueños eran una vergüenza,
y que su piel era casi tan fea como su cara.

Le puse una máscara para encajar entre los otros,
y a veces la regañé por sus pensamientos tontos.

Pero hoy, quiero liberarla, dejarla salir.
Darle un fuerte abrazo y decirle que le debo tanto,
que  ha sido fuerte, que ha sido valiente.
Que estamos aquí gracias a ella.

Le debo tanto,
le quiero dar todo.

Me debo tanto.

sábado, 8 de febrero de 2020

Esta historia que se terminó que somos nosotros

Que el tiempo nos lleve a donde nos tenga que llevar. Que ni mi necedad ni tú egocentrismo nos lleve por caminos tortuosos. Que la felicidad se avecine en la forma que tenga que hacerlo.

Que la música, las letras, los libros y las películas se claven en cada poro como un recuerdo de que fuimos.

Pero por ahora habrá que rendirse un poco, aunque no quiera, aunque me cueste, aunque duela en lo más profundo.

Ahora vives en mi, en los pedazos de esta historia que habitan en mis estómago, en mis piernas flacuchas, en mi piel café manchada por tus besos.

Ahora somos como Spike y Sofía, como Jenni y Noah. Ahora tenemos nuestra propia historia que se terminó.

Y habrá que seguir adelante.

zona de comfort

Qué dicha la mía la de sentir la tristeza, hacerla mía. Mirarme al espejo derrotado y admitir con lágrimas en los ojos que siempre tuve la razón.

Los tiempos vuelven en círculo, me trajeron de nuevo a mi lugar, quitando las falsas ideas de mi cabeza.

¿Cuándo decidí que era buena idea creerme mejor de lo que soy?

Pues no soy, ni seré. Vuelvo al suelo frío, a las noches solitarias, a las lágrimas provocadas por canciones escritas por inmaduros.

Y es que nunca estuve en mi zona de comfort, para quienes creyeron que lo estaba. Apenas vuelvo a ella. A mi adorada tristeza, mi querida lástima, y al asco que siempre me he tenido.

Escupo al espejo, te lo dije. No eres nada más que un pinche negro, feo y pobre.

la cama II

No puedo dormir, no puedo dormir bien.

Lo que era una tarea sencilla se volvió una presión en el pecho, golpecitos en las sienes, dolor en la espalda.

Paso las horas viendo al techo, analizando el espacio, pensando donde te habrás ido.

Recurro a las píldoras, pero sigo sin poder dormir, sin poder dormir bien.

Y ya no es el que no estés físicamente, ahora tampoco estarías a pesar de estar a mi lado.

En el espacio no existes más, la memoria se ha clavado en mi colchón, y no me deja dormir, no me deja dormir bien.

Ya nunca estás. Y no puedo dormir, no puedo dormir bien.

a deshoras de la noche

La inconsistencia en mi sistema nervioso es equiparable a la ingenuidad de mis preguntas, a la flaqueza de mis respuestas. 

El roce de mi piel contra la cama crea llagas de dolor. Arden las pústulas a punto de explotar, revientan dejando sangre y pus embarrada en el colchón. Apesta. 

Inconsciente estoy, a la deriva del ayer, ansioso del mañana y flotando entre los trozos del hoy. Dibujo con letras, escribo con lágrimas y grito los trozos rotos de mi interior. 

Las dudas se han mezclado entre ellas y las esperanzas ya no tienen voz, parece que no existen ante mi, y no hago más que llorarle sin lágrimas a un fantasma que a veces se hace presente. 

Qué hay de mi, qué hay de esta coraza que se ha roto tanto ya, qué hay en mis oídos quebrados que producen mareos constantes y vómitos de palabras incesantes. 

Y espero que sirva este dolor, que origine menos dudas y más textos a deshoras de la noche. 

Ojalá

Ojalá que nunca el sol clave en mis pupilas con tanta fuerza que llegue a olvidarte. Que nadie robe mi alma y la haga suya frente a ti.

Ojalá nunca deje de sentir que soy tuyo y te llamé al anochecer buscando el refugio inmaculado.

Que mi cuerpo permanezca sagrado bajo el hechizo que dejaste caer.

Ojalá no acumule fuerza para dejarme caer perdido entre las sombras y pieles de extraños.

Ojalá no vislumbre magia en otra sonrisa que no sea la tuya.

Ojalá no lo pierdas, porque yo ya perdí.

sábado, 1 de febrero de 2020

SOL DE INVIERNO II

El ocaso de nuestro invierno llegó, el frío no se había hecho presente en la habitación del fuego donde nos encontramos por primera vez. 

La tierra que nos vio amarnos siempre será cálida, soleada y pacífica como el vaivén de las olas del mar. 

Quisiera no haber tenido que sufrir como las hojas de los árboles al ir perdiendo su color, quisiera no haber tenido que sentir el frío de la ansiedad, quisiera no haber sudado para no dejar de sentirme tuyo. 

El invierno en esta ciudad no existe, es una mentira, nos ha engañado. Tomando lo peor de nosotros. 

Miro al mar, y luego a mi vida y luego a ti. Ojalá  no se hubiera hecho invierno, ojalá siempre hubiera sido verano. A pesar de aún sentir el calor en nuestra piel, ya es invierno para nosotros. 

la cama


Levantarme de la cama no había sido tan difícil hasta aquellos días en los que dormía a tu lado, tenía que huir en medio de la mañana para ir a la escuela, para escapar del sueño de la noche, para no clavarme en tu presente misterioso. 

Aún es difícil hacerlo, irme de tu lado con el pesar de si será la última vez que pueda hacerlo, con la ansiedad de los recuerdos que se clavaron en tu cama individual.

A veces no cabíamos, a veces dormíamos tan de cerca que el tamaño parecía inmenso, a veces incluso dormíamos en el suelo, y yo podría dormir en el suelo toda la vida para poder meter mi mano bajo tu playera y rozar los vellos de tu pecho. 

Quisiera dormir con la esperanza de que tu estarás ahí, siempre, con tus ojos pequeños, tus poros mancillados por la barba y los caireles que se asoman en tu frente, pero cada vez es más difícil creerlo, cada vez es más difícil hacerlo.

A la mañana se avecina un gesto de felicidad, como si fuera el inicio de la esperanza, pero con el paso de las horas, solo dudas, solo miedos, solo la ansiedad de mi presente diluido.