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lunes, 19 de septiembre de 2022

Soñé

Soñé que un tierno amor nos cobijaba, en medio de mi sábana morada y el aire frío. Afuera llovía, tú olías a perfume y yo a cerveza. Me escabullía entre tu mirada. 

Me acerco a paso lento hacia el fin de los tiempos, ahora que caen hojas y lluvia del cielo, veo todo más certero. 

Soñé que volvíamos a ser niños y me mirabas mientras no imaginaba lo que nos esperaba, y ahora al conocerte y ver la historia de ayer, confieso que todo tiene más sentido. 

Camino por las calles bajo la lluvia, me dirijo hacia la puesta de sol. No muy caluroso, no muy frío. Más bien tibio y claroscuro. 

Soñé que una iguana caminaba en el patio, y luego se comía mi corazón y me llenaba de verdades y sentidos. 

Y cuando desperté, todo seguía ahí, el olor, la lluvia, las calles, pero yo ya no era un niño. 


martes, 13 de septiembre de 2022

J de Juan Pablo

Pienso en nuestra historia y en como la quería contar, ahora es una realidad, ya está hecha, se ha ido construyendo con el paso de las estaciones, y ahora que se acerca el invierno, estará por fin terminada.

Pienso en nosotros en mis recuerdos, en los buenos, y en los malos. Aquellos días en tu auto color verde o comiendo una sopa juntos sobre la mesa de tu casa, cuando lloré despavorido en una parada de camión o cuando insultaste a mi familia. 

No olvido, ni lo bueno, ni lo malo. Todo está ahí junto, para siempre. Ya no más como recuerdos romantizados, sino como lo que fue, nuestra historia. Bella y a veces podrida. 

Hoy afirmo sin temor ni verguenza que te extraño, que todavía veo tus fotografías y sonrío con una honesta felicidad, porque pienso que aunque ya no estemos, siempre serás parte de mi historia. 

Ya no le temo a visitar los lugares a los que íbamos juntos, ya no le temo a llorar por las canciones que me recuerdan a ti, ya no le temo a verte en fotografías con alguien más, me alegro de que seas feliz, aunque estes lejos. 

Me alegra haber coincidido los años que hayan sido, haberte visto en aquella charla sobre el cine, reencontrarte en nuestro bar favorito, haber ido a tu casa y besarte por primera vez. Me alegro de haber puesto en ti mis sueños y aspiraciones, y luego quitarlos. 

Me alegra haber conocido a tu madre y a tu padre, a tu abuela, me alegra haber dormido en tu pecho y despertando a tu lado. Haber visto juntos a Godard, hoy murió por cierto. Así como se mueren muchos anhelos que tenía. Pero siempre algo nuevo renace.

Ya no tengo más odio, ni miedo. Sólo tengo cosas buenas en mi corazón para ti, porque también fue tuyo como esa J que aún recuerdo y que a veces extraño pronunciar. J de Juan Pablo. 

Gracias por tanto, perdón por los errores, porque en este paso de las estaciones, aprendí a quererme un poco más, a seguir escribiendo otras historias, a esforzarme en la cocina, a ver el cine con valentía. 

No fue una perdida de tiempo, porque a final de cuentas el tiempo es el mismo, una y otra vez. En este ciclo continuo de volver a sentir, a crecer a mirar con los ojos más brillosos a recordar todo con honestidad. Y por fin, verme a mi sin nada encima. 

Hoy  he encontrado las respuestas, respuestas a las preguntas que ya se me olvidaron, pero espero originar más.. 

escribiendo historias

Una vez fui un niño que no se halló en las películas, ni en las historias que veía en televisión. No me asomaba mucho a los libros, pues no había tantas opciones en la casa de mis padres. Así que crecí contándome mis propias historias, aquellas donde el chico más guapo de la secundaria cantaba una canción para mí o donde el que era mi mejor amigo, se daba cuenta que yo era el amor de su vida. 

Guardé esas historias para mí y no se las conté a nadie. Las revivía en mi cabeza con la esperanza de que algún día me ocurrieran.

Pienso en un yo de 13 años, en el fondo del salón de clases, pensando en relatos que a pesar de desearlos, me avergonzaban. Usando un suéter color verde pistache que me ayudaba a esconderme de los demás; en una esquina sin pronunciar palabras para pasar desapercibido. 

El gordo amanerado, el prieto de los pelos parados, el niño que era aveces raro, el de los pocos amigos.

Y hoy vuelvo a ello, para abrazarle, para recordar a ese niño que escribía sus propias historias, que a su corta edad lloraba antes de dormir y se preguntaba con ansiedad que sería de él en el futuro. Si tendría que resignarse a vivir en una mentira toda su vida, si siempre se sentiría el más feo del salón, si tendría que pasar el resto de sus días en una esquina intentando pasar desapercibido. 

Mientras escribo estas letras, pongo mis manos sobre las suyas, pequeñas y rechonchas y le cuento que estamos bien. Que hay gente que nos quiere, que seguimos inventando historias de amor y desamor, del jardín de mamá, de nuestros amigos, que son muchos, de las fiestas. Le conté sobre el mar, sobre lo que todavía aún duele, y de lo que ya no. 

Estamos mejor, y aunque a veces me sigo ocultando (ya no en un sueter verde), me doy cuenta que soy un poco más libre, que me siento un poco más guapo y que sigo escribiendo sobre todo lo que aún queremos llegar a ser. 



domingo, 4 de septiembre de 2022

LA MESA

hoy y desde hace ya varios años, me dirijo a este espacio digital para hablar de mí, repetir una vez más las palabras que se abren paso en mi mente, y por qué no; en mi corazón. 

en las letras he encontrado el consuelo que muchas veces se me hace imposible conciliar, entre líneas y párrafos he construido mundos y he perdonado a personas que a veces me causa miedo recordar. 

y hoy vuelvo,
y hago consciente una vez más todo eso. 

es domingo, y por más cansado, crudo, desapegado y ansioso que me sienta, es mi deber recordar todo lo que me ha traído hasta acá. los pasos de aquellas noches en la que corrí desamparado de miedo, las pláticas con amigos que me salvaron más de una vez, las veces que papá y mamá se esforzaron más de la cuenta para intentar entenderme. 

aún vivo con miedo, del futuro, de las decisiones que tomo, de a quién le doy mi atención y mi tiempo. porque aún he tenido que encerrarme en un baño a llorar a media fiesta, aún sufro por recuerdos que parecieran estar ya muy añejos, aún me cuesta separarme de tantos prejuicios e ideas que se me hacen daño. 

siempre y cuando el silencio se hace presente en mi cabeza, casi por instinto volteo hacia atrás y pienso en el yo que está observando el recuerdo en el que todo este presente se está convirtiendo. 

yo una vez fui a la escuela, tuve un amorío secreto en una sala de cine. me sentí mal sobre mi cuerpo y decidí hacer dieta, alguna vez usé un suéter verde para ocultar mis inseguridades, alguna vez lloré frente a alguien por no sentir que mereciera ese amor. escribí textos y guiones, tomé fotografías de personas increíbles, desafíe la autoridad y me puse a mi antes que a nadie más. me puse borracho, me enamoré de un par de vatos, sacrifiqué dinero, tiempo y tranquilidad por lujos tontos. 

y todo eso es válido, está ok. 

me prometí este año quedarme sentado en el sillón de la sala, y esperar a que alguien viniera, y esperar lo que surgiera. 

me prometí no castigarme tan duro,
prometí llorar cuando quiera
prometí crear
prometí amar
prometí dejar de tener miedo. 

y pienso en todos aquellos lugares y objetos sobre los que se construyen estos recuerdos. 
sillones, asientos, una sábana sobre el suelo, almohadas, 

y también esta mesa que hace necesita repararse.