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sábado, 25 de enero de 2020

LAS HORAS

Las palabras de lo nuestro se han extendido por las páginas, los capítulos eternos de un romance que se diluye a veces como la tinta sobre el papel en blanco.

Sobreescribir un sin número de paréntesis, puntos finales fallidos, comas eternas y los puntos suspensivos suspendidos en el tiempo. 

Redacto esta oda día con día, describo a detalle y con intimidad inaudita tus respiros, tus latidos, como sostienes la taza de café, como rebanas los calabacines. 

Un capítulo entero para recitar como preparaste el desayuno, y otro más para hablar de como bañas al gato. 

Los instantes que se han creado entre las líneas los guardo para mi, invisibles a la vista, memorables, pero vuelvo en las páginas para reencontrarnos, para sentirte de otro modo, para reírme y para llorar. 

Y me topo a mi mismo cabizbajo, husmeando entre párrafos que se han quedado atrás y que poco a poco se han vuelto borrosos y polvorientos en las hojas de papel secas. 

A veces bajo la pluma para mirar a la vida a la cara, mirarla siempre a la cara. 

A mirar siempre los años entre nosotros, siempre los años, siempre el amor, siempre las horas. 

viernes, 24 de enero de 2020

RESILIENTES

Ella era mayor que yo, tenía el cabello corto y usaba labial rojo. Llevaba una mochila de ruedas y por ratos acomodaba sus anteojos. Tenía algunas canas, casi invisibles, pero ahí estaban; y sonreía con una calidez que a veces ya no creo que exista en los humanos.

Lalo me llevo a ella, Lalo, uno de esos intentos no concretados, dejados de lado, olvidados en el tiempo. Tal vez me arrepienta ene l futuro, pero aún no.

Él nos presentó, en medio de una oficina pequeña, sobre un escritorio mínimo donde apenas cabía ella, menos mal que ella también era pequeña y delgada sino quien sabe qué suertes pasaría en ese ínfimo espacio en el que trabajaba.

En sus dientes percibí sus esfuerzos por lograr algo suyo, algo que seguramente le dijeron que no funcionaría, y que seguramente ella por las noches, y en sus momentos de debilidad también lo pensaba.

Encontramos ahí la similitud, traídos a la mesa como almas temerosas, ingenuas y con ideas que a veces nos daba miedo comentar.

Después de eso, trabajamos un tiempo, de a poco, de a risas, de amistad. Y compartimos el escritorio, el café, el abrazo, los clientes y las lágrimas de desesperación de un futuro incierto.

Creo que fuimos amigos, quizá hasta más que amigos, confidentes, compañeros en este inestable viaje de esperanzas y sueños de empatía y apoyo.

Alegres, sensibles, frágiles, inútiles, tristes, desesperanzados, RESILIENTES, como decía ella.

La naturaleza sufre, pero renace, es resiliente, como hemos sido nosotros.

La Peste

El olor a humedad era evidente, ese olor a putrefacción, a agua en descomposición, penetraba mi nariz sin que yo le prestara atención, 

pero no lo notaba.

Intentando buscar una explicación, culpé a mi ceguera de amor a mi ignorancia que dejaba pasar tus errores y tu horror. 

Y un día simplemente lo noté, yo ya era diferente, tú parecías ser el mismo, pero al tratar de saludarte, entró de golpe hasta mi sistema nervioso. Sentí asco de inmediato, quise vomitar y escupirte la saliva negra que flotaba en mi lengua.

Y no había sentido tanto asco por alguien, no había sentido tanta lástima por alguien. 

Y me odié por sentirlol

martes, 21 de enero de 2020

El arcoíris


Unte mayonesa al pan, puse una rebanada de jamón sobre el después. No se nos permitía poner mas de una, pues era caro y debía alcanzar para todos. Luego le puse una rebanada de queso amarillo. Coloqué dentro del horno mi pequeña creación. Esperé unos segundos frente al microondas, mi abuela me regañaba porque decía que me haría mal sentir el calor tan de cerca. 

Me dirigí al frente de la televisión, yo recién bañado comencé a degustar del emparedado. Sabía exquisito, a la fecha no he podido volver a preparar otros tan ricos como lo que hice en aquella época. Eran deliciosos. 

La televisión alumbraba mi rostro y yo esperaba impaciente el capitulo final de la serie que veía. Tenía 15 años, iba a la secundaria y el número de mi talla casi triplicaba mi edad. 

El show inició, en el programa cantaban canciones de todo tipo, yo anhelaba hacerlo tan bien como ellos, aunque veces me sentía tonto al pensarlo. De repente, sonó esa canción, lloré de inmediato, sin saber por qué. 

Me odié por ello.

Toparme con la idea del futuro había llegado de golpe a mi cerebro para irse nuca más. Desborde las lágrimas que había contenido por mucho tiempo, y mire de frente las ideas que tenía para el futuro. 

Anhelaba sueños lejanos, sentía vergüenza de ellos, reía  de ellos. Me sentí estúpido, idiota, gordo, negro, feo y demás adjetivos horroríficos que la gente y yo mismo había clavado en mi cabeza para sentir lástima de mí.  

El tiempo pasó, pero ese día siempre me acompañó como un recuerdo penoso, aunque luego se convertiría en uno significativo. 

Hoy, la pantalla volvió a iluminar mi rostro, yo sin ser tan diferente del yo de hace 10 años, pero sí. Y la canción volvió a sonar y en la oscuridad de la sala del cine volví a llorar. 

Me debo tanto, pensé. 

Las luces del lugar volvieron a iluminarse, quería llorar más, quería vaciarme, abrazar la almohada, gritar, berrear, desbocarme en lágrimas, pero una vez más sentí vergüenza. 

Espero toparme de frente otra vez, sentirme distinto, volver a llorar, volver a soñar, volver a creer, y seguir en este caminar constante hacia algún lugar sobre el arcoíris.

miércoles, 8 de enero de 2020

JÚPITER

Una gran mancha roja se he clavado en el centro de mi pecho, a veces y por ratos, no me deja respirar.

Ya olvidé desde cuando es parte de mí, nunca supe de donde vino y tampoco sé  cuando se irá, pero ha erosionado mi coraza y sigo sin poder soltar.

Arde como una tormenta, hiere cuando pienso en ella, y a pesar de mi poder inaudito, sigue alimentándose de lo que queda de mi. 

Dios griego, disminuido a menos que sol, ya no queda nada, mientras vives en mi. 

viernes, 3 de enero de 2020

¿De qué hablarán cuando hablan de mi?

¿De qué hablo cuando hablo de mi?

Es una idea que se ha ido diluyendo entre las olas del mar,
es las sombra que se cuela aún por las ventanas de la noche,
es la sábana tendida sobre el azulejo frío.

Me miro en el espejo del buró,
pero ya se ha roto,
y quisiera sentirme bien,
quisiera estar bien,
pero no.

Pero, ¿de qué hablo cuando hablo de mi?

De mi inseguridad que perdura,
del dulce recuerdo de tus labios,
del amargo sabor del rechazo.

Y observo mi vida pasar,
por ratos duele,
y por ratos llora,
pero siempre se rie.

¿De qué hablarán cuando hablan de mi?

extraños

Sentado en el medio de una habitación blanca, siento el frío gobernar el lugar y yo no hago más que recordar mi tristeza. Me odio por acceder a caer en ese hoyo de incertidumbre y agonía, derramo unas lágrimas durante un par de segundos, luego las limpio con la manga de mi suéter gris y escucho que alguien grita mi nombre. Debo quitarme todo eso de encima y volver  ponerme en acción.

Me miro al espejo del baño para sonreír para mi, para recordarme que estoy bien, que vivo, y que aún queda mucho porque luchar, aunque me duela en lo profundo del corazón, aunque el miedo se apoderé la mayor parte del tiempo de mi, aunque aun me sienta indefenso.

Y así fue, esforzarme, dejar salir y luchar. Encontrarme en el espiral de los recuerdos, la tristeza y la impaciencia. Llorar con extraños en el bulevar, hacer el super con un amigo, limpiar una habitación con serpientes, lanzarme de un tobogán.

Que nada me haga olvidar mis tristezas, que se peguen a mi para que nunca olvide que soy fuerte, que soy más fuerte que la corriente, que las noches de ansiedad, que la incertidumbre de la mañana, que la gripe, que el dolor, que el olvido.

Que nunca se me olvide que estoy aquí gracias a mi.


jueves, 2 de enero de 2020

vaivén

Cuando era niño solía sentirme inseguro. Moreno, de estatura media y una panza que desbordaba por el cinturón apretado. A eso sumándole mis cabellos parados y un vaivén femenino de mi gordo cuerpo.

Nunca me sentí guapo en ningún lado y el mundo se encargó de recordármelo a cada momento. Siempre el último en ser escogido en los equipos deportivos, el gordo sin amigos a la hora del receso, el amanerado del short azul en el parque, el feo negro pelos parados del #42

Y esos recuerdos se pegan a mi,
y tal vez es mi culpa,
o la de mis padres,
o la de esta sociedad que reprimió lo bueno de mi
y evidenció mi físico terrible.

Y me aferro al amor a medias, creyendo que sólo merezco eso,
a las críticas de personas que creen que no debería de vestirme bien porque que caso tiene soy soy feo o prieto.

Varado aún en este vaivén femenino, me miro de repente en los espejos de la calle y aveces me siento guapo, capaz de acostarme con cualquiera, listo para devorar un mundo que siempre me hizo a un lado, pero no, porque aún sufro de este mal, de mis recuerdos que me hacen conformarme con miseria, con medios amores, con retazos de cariño.

Ojalá algún día me mire al espejo y logre quererme, al menos así alguien me habrá querido.

miércoles, 1 de enero de 2020

espero estar cerca

Llorar para dejar salir el dolor,
para olvidar,
para sentir el alma expuesta.

Todas las veces que lloré este año me hicieron sentir libre,
con la valentía de haber sentido, y dejado salir.

Perdí la cuenta el número de veces que lo hice,
desde una lágrima seca, hasta el llanto desbocado.

No voy al olvidar por qué lo hice,
por quién lo hice,
por quiénes lo hice.

Que se aferren a mi los recuerdos de dolor,
que no me hagan olvidar
para que el salado de mis lágrimas de sustancia a mi presente.

Y fue soltarnos de a poco,
encontrarme en el reflejo de agua,
mirar los rostros.

Y espero estar cerca de sentirme sin miedo.