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jueves, 14 de febrero de 2019

SOL DE INVIERNO

El sol de invierno es caliente y duro como el asfalto, empedrado y oscuro. El sol de invierno es ardiente, se pega a las paredes y arde sobre la banqueta. 

Ardo, ardo en la incertidumbre, vivo en las llamas creadas por luces de bengala y palomas que han hecho explosión formando estelas de luz peligrosa.

¿A donde pertenezco? ¿Aquí pertenezco?

Si al mirarte me pierdo y al irme te recuerdo. 

Anhelo libertad y exijo el pecho donde me has dejado habitar. 

Y tampoco me encuentro a mi mismo en las calles del sol, no pertenezco a ellas. 

Vuelvo, los balones botan, caricias en cada esquina, me escondo entre las sombras de la noche, y lloro sobre recortes de revista. 


Reparar

El columpio que nadie empuja, el cuento que nadie relata, el beso que no se da antes de dormir, el abrazo que nunca llega. 

Desde pequeño aprendí a reparar las cosas rápido, fácil, un poco de pegamento o cinta y los trozos unidos. 

Y cada vez que algo se rompe, lo armo; con los pedazos que van quedando, los uno, los entrelazo. 

Y cada vez que me rompen, me armo; con los pedazos que van quedando, los uno, los entrelazo. 

Siempre me rompen, y siempre me armo.

Me hallo en el suelo, quebrado. Me miro ahí, hecho polvo, destrozados y luego una vez más, me armo. 

El balón desinflado, el plato quebrado, el reflejo roto.