contagiado de emociones, vuelvo al lugar prohibido, quizá para probarme que he cambiado, que no tengo miedo, o tal vez solo para darme cuenta que soy un hipócrita.
pero no soy valiente y la vida me lo recuerda con un madrazo en la cara. miro mis manos cubiertas en rojo ardiente. jamás había visto mi sangre tan roja, tan viva. corro por las calles como Laurie, escapando del terror que le tengo a soltar, anhelando ayuda externa, pensando en todo lo que no soy, llorando.
¿cuándo sentirá paz? habría que cortar mi cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario