La idea se ha quedado clavada, vuelvo para sentir el calor, pero solo un rato. No lo quiero estropear.
A menudo, y de manera inconsciente pasa por mi mente, está ahí al cruzar la calle, al mirar los puestos de comida y cuando veo a gatos callejeros maullar.
En el pecho habita el dulce recuerdo de la agonía, el amargo sabor de la rutina y el frío de las emociones.
No se puede volver, no, no encaja, o al menos eso creo.
Y le venero, como a la imagen del beato, estás ya esparcido en la ciudad, oculto, esperando encontrarme y hacerme sentir una vez más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario