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sábado, 22 de febrero de 2020

la levedad

Yo había llegado a su vida como si alguien me hubiera puesto en una cesta y me hubiera dejado caer río abajo a su pecho, como un perro rabioso anhelando el calor de un hogar. 

Soñaba con él, en medio de una piscina, mientras yo junto con otros hombres desnudos, desfilábamos a su alrededor mientras él disparaba al azar, cuando alguien caía a la alberca, todos reían, despertaba por las mañanas con un dolor en el pecho, de si yo sería el siguiente en la próxima pesadilla. 

Y fuimos uno por mucho tiempo, dependientes de una manera enferma y territorial, anhelando el control eterno del otro, coartando la respiración, golpeando nuestros egos ácidos, y el dulce sabor de las venganzas. 

Y ahora existimos para siempre en el corazón del otro, yo pensaba que sería una pesadez, cargar con alguien para siempre en el alma. Llevarlo a todos lados, dormir, comer, hablar, pero se ha vuelto leve, se ha vuelta ligera esta carga que por ratos duele, y por ratos no. 

Redacto más letras que saben a tu nombre, en textos que apestan a ti, y me siento débil de repente, anhelando pesar una vez más. Pero hoy, decido ser leve. 

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