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sábado, 25 de enero de 2020

LAS HORAS

Las palabras de lo nuestro se han extendido por las páginas, los capítulos eternos de un romance que se diluye a veces como la tinta sobre el papel en blanco.

Sobreescribir un sin número de paréntesis, puntos finales fallidos, comas eternas y los puntos suspensivos suspendidos en el tiempo. 

Redacto esta oda día con día, describo a detalle y con intimidad inaudita tus respiros, tus latidos, como sostienes la taza de café, como rebanas los calabacines. 

Un capítulo entero para recitar como preparaste el desayuno, y otro más para hablar de como bañas al gato. 

Los instantes que se han creado entre las líneas los guardo para mi, invisibles a la vista, memorables, pero vuelvo en las páginas para reencontrarnos, para sentirte de otro modo, para reírme y para llorar. 

Y me topo a mi mismo cabizbajo, husmeando entre párrafos que se han quedado atrás y que poco a poco se han vuelto borrosos y polvorientos en las hojas de papel secas. 

A veces bajo la pluma para mirar a la vida a la cara, mirarla siempre a la cara. 

A mirar siempre los años entre nosotros, siempre los años, siempre el amor, siempre las horas. 

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