Sobreescribir un sin número de paréntesis, puntos finales fallidos, comas eternas y los puntos suspensivos suspendidos en el tiempo.
Redacto esta oda día con día, describo a detalle y con intimidad inaudita tus respiros, tus latidos, como sostienes la taza de café, como rebanas los calabacines.
Un capítulo entero para recitar como preparaste el desayuno, y otro más para hablar de como bañas al gato.
Los instantes que se han creado entre las líneas los guardo para mi, invisibles a la vista, memorables, pero vuelvo en las páginas para reencontrarnos, para sentirte de otro modo, para reírme y para llorar.
Y me topo a mi mismo cabizbajo, husmeando entre párrafos que se han quedado atrás y que poco a poco se han vuelto borrosos y polvorientos en las hojas de papel secas.
A veces bajo la pluma para mirar a la vida a la cara, mirarla siempre a la cara.
A mirar siempre los años entre nosotros, siempre los años, siempre el amor, siempre las horas.
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