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viernes, 3 de enero de 2020

extraños

Sentado en el medio de una habitación blanca, siento el frío gobernar el lugar y yo no hago más que recordar mi tristeza. Me odio por acceder a caer en ese hoyo de incertidumbre y agonía, derramo unas lágrimas durante un par de segundos, luego las limpio con la manga de mi suéter gris y escucho que alguien grita mi nombre. Debo quitarme todo eso de encima y volver  ponerme en acción.

Me miro al espejo del baño para sonreír para mi, para recordarme que estoy bien, que vivo, y que aún queda mucho porque luchar, aunque me duela en lo profundo del corazón, aunque el miedo se apoderé la mayor parte del tiempo de mi, aunque aun me sienta indefenso.

Y así fue, esforzarme, dejar salir y luchar. Encontrarme en el espiral de los recuerdos, la tristeza y la impaciencia. Llorar con extraños en el bulevar, hacer el super con un amigo, limpiar una habitación con serpientes, lanzarme de un tobogán.

Que nada me haga olvidar mis tristezas, que se peguen a mi para que nunca olvide que soy fuerte, que soy más fuerte que la corriente, que las noches de ansiedad, que la incertidumbre de la mañana, que la gripe, que el dolor, que el olvido.

Que nunca se me olvide que estoy aquí gracias a mi.


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