Era 2019. Mi corazón se había roto. Terminé huyendo al trabajo de verano, lejos de todo lo que creía doloroso para mi. Ahí nos conocimos, ella y yo cruzamos miradas al instante cuando se mencionó el nombre de bar que nos encantaba.
Después de eso, todo se dio natural: las fiestas, los amigos, las risas, los recuerdos: la vez del blackout en el lugar mudo o cuando algún hombre nos hacía sentir que no eramos suficientes. Que tontos, pienso ahora. Dejar que alguien nos hiciera sentir así, cuando teníamos todo para sentirnos los mejores y más cuando salíamos a ser dueños de la noche.
Hoy me siento feliz con todos esos recuerdos, incluso aquellos en lo que acabamos perdiendo la consciencia porque estábamos algo perdidos, pero nos encontramos y ahora tenemos estos recuerdos; los bellos y los dolorosos.
Al final, somos eso: un poco agua, un poco sol, un poco luna, pero siempre emociones. En el medio de la pecera circular, y de este mar que va y viene. como el llanto, como los sueños.
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