Un espiral de emociones se deja ver desde la periferia de mi pecho, una horda de abruptos sentimientos que a veces carecen de un estate quieto.
Llorar, reír, mentar madres. Lamentarme por el pasado, extrañar algo que ya no existe, desear el amor como un sueño casi improbable.
Y me oculto entre las fotos y las chelas. Bajo la ropa bella y pelucas maltrechas. Entre humo, luces y películas que me invento.
Y todavía me cuesta creer que el presente existe, que todo pasa justo aquí. Un espiral de emociones es mi pecho, y yo creo que nunca va a parar de sentir.
En la lengua se siente, irse de boca contra el futuro, y en mi sombra observo, el hilo del tiempo pasar.
Habito entre estas personas, me consumen y les consumo. Un espiral de emociones. Una cornucopia de nuestros sueños.
Maldita sea, tener mi edad es insufrible e increíble.
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