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miércoles, 18 de marzo de 2020

Puesta de Sol

Despertar a media tarde con la escuálida sensación de cansancio y un extraño dolor de estómago, sentir los rayos sobre mi rostro junto con una melancolía  pegada a mi piel como mi playera pegada a mi cuerpo por las gotas de sudor que corren por mi espalda.

El equinoccio de la primavera anuncia su llegada, el invierno terminó por debilitarme con sus mentiras y falsas resoluciones. Pero es que nunca dejó de sentirse caliente, áspero, doloroso, frío aún con un sol ardiente sobre la ciudad.

Veo al atardecer del final de esta estación y a sus brillantes colores: rosas, naranjas y casi azules al culminar, ¿será ese azul el único momento de frialdad del invierno? Me pregunto si la sensación del hielo quemando sobre mi piel será una señal de que el frío no es más que sólo calor, que realmente no hay ninguna mentira, más bien, tonto yo al no haber comprendido que el invierno no es más que el infierno mismo.

Ahora las flores renacerán, se tupirá el paisaje de color, las aves cantarán y tal vez nada cambiará, pues nada parece cambiar aquí desde hace mucho, más bien se derrumba, como las calles, como las casas, como el calor en mi piel. Habrá que ver el sol naciente venir una vez más, iniciar un ciclo una vez más. Esperar a que el sol de la primavera sea un poco más amable, un poco más sensato.


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