Estos títulos se revelan frente a mi, como nombres de las calles donde crecí. Corrí a través de ellos en medio de mi llanto y mi embriaguez. Buscando respuestas a media noche y en las mañanas que volvía a casa tras la fiesta. Y está metáfora eterna de mi vida, es un ciclo que me acompañará por siempre, sentir que vivo, que renazco. Que soy rojo como las ixoras y dentro de mi existe la miel que curará mis propias heridas.
Porque después de sufrir, de llorar, de lanzarme al mar de mis emociones, vuelvo en mis pasos, y bajo el sol florezco; camino a casa, con la esperanza de repararme una vez más.
Aprendo rápido y aprendo bien.
Y llegar a casa es encontrar a mamá en su jardín, a papá escuchando a los Terricolas, a mi hermano jugando al balón, y sentir que aún en mi miseria, puedo existir en este espacio amarillo, cálido y que no habrá donde más correr, si tengo todo esto para mi, estos recuerdos vivos.
Se hace primavera una vez más, literal o metafóricamente, es este ciclo vuelto poesía, la poesía de mi vida. Porque mi vida es mi poesía, mi orgullo. Y por ello lucho todos los días.
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