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miércoles, 22 de abril de 2020

Atlas

Burlar al sistema bajo el cual nos regimos es una guerra continua, enfrentarse a los estigmas que se han configurado por siglos pesa depende del día. A veces duele, a veces no. 

Trazando una ruta hacia el destino implacable, observo inconsistencias en el mapa, la rosa de los vientos sopla en el aire y se mueve como una ruleta de la suerte. 

Me miro en los kilómetros que he recorrido, olvido el dolor de las piernas, y de repente arde en llamas todo lo que se ha construido. 

El deseo, los errores, mi rostro encarnado de lágrimas que no han cesado y que han quedado en la superficie de mi cara. 

Busco una respuesta no irónica, algo sencillo y no plagado de la poesía que se ha vuelto hartante, pero aún hay dejos de todo lo que nos ha envuelto. 

Aprendí de cartografía a golpes, y azotando la nariz en contra del papel polvoriento, pero hacia donde he de mirar, luego de que el mapa se ha vuelto intrascendente, y no queda más que explorar sin rumbo, por mi cuenta. 

Mi fuerza vital disminuye, el libro de las preguntas pesa. Y ya no caben más caminos en las páginas del Atlas. 


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