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domingo, 1 de septiembre de 2019

cuarentena


atrapado en la monotonía de mi dolor, 
fui enviado a cuarentena.

como una especie, pené 8 semanas entre recuerdos, 
salmonela y gritos de niños. 

el dolor inevitable se hacía presente en cada rincón
y en cada tos nerviosa 
porque aquí tú no existes, ni existimos, sólo existo yo. 

edifiqué textos entre fotografías, derramé lágrimas de agua salada
y sufrí de cansancio entre comidas corridas. 

y jamás me olvidaré del verano, 
de los gusanos que comí, 
del olor a pescado que se escapa por las esquinas, 
de los niños a los que quise
y de los amigos que hice. 

en el medio de la pecera, observé a los lejos noches de alcohol, 
las veces que rieron,
y las aventuras que pasaron.
observé el tiempo pasar. 

y cada error fue un motivo de catarsis,
un disco duro lleno de recuerdos, 
el camión olvidado,
las arcadas de dolor.

y ahora ya nada será igual, 
ni yo, 
ni mis risas, 
ni mi llanto desconsolado,
ni mi andar por la pecera circular,
ni mi amor por ti.

porque al principio no quería,
pero ahora sí quiero, 
y quise más fuerte que nuca,
porque el verano fue mío y nadamos mío. 

y ahora es tiempo de volver a la marea, lejos de las paredes de cristal que me encerraron,
pero no. 
porque estar aquí fue ser libre, 
fue nadar en paz y con tranquilidad,
fue sanar,
fue olvidar,
fue mejorar, 
fue madurar,
fue amar, 
fue crecer para volver al inmenso mar salado aún lleno de mis miedos,
al menos me queda dejarme llevar por el oleaje duro y tempestuoso,
pero estoy listo para volver. 



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