Es una verdad que a propósito se esconde y se muestra a medias. A la hora de la siesta o muy temprano por la mañana. Debajo de la cama o dentro de la habitación vacía.
Le temo. Le ansío. Le lloro. Le rezo. Le odio. Le escupo. Le miento. Le río. Le piso. Le venzo.
Lloro en los rincones, como la sombra. A medio día y durante la puesta de sol. Entre las plantas y la sombra que ilumina el sol.
Te extraño, y no puedo hacer nada contra eso. Sólo vencer a la sombra, para que de apoco se apague hasta covertirse en rayos de sol, de este sol que poco a poco anuncia una nueva estación.
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