Soy malo, tan malo como el veneno, con hiedra en la sangre que se esparce por doquier, se hace larga y enraiza en las paredes de mi ser.
En las cavidades de mi alma hay espacio para el bien y para el mal, para ofrecer un abrazo o una venganza inmaculada.
Que la sinfonía de mi voz sirve para elaborar imágenes sin sentido, palabras mordaces y un sinfín de abruptos golpes de odio.
Porque defiendo quién soy y arribo con inteligencia la maldad que se forma en mí.
Yo creí que sí, que podía ser bueno, pero me doy cuenta que soy más que eso; este perfil grisáceo, blanco a ratos, negro a ratos que se aferra a la idea de la moral.
¿Moral? No se qué significa, pero supongo que existe la posibilidad de no ir al infierno, a pesar de que sea malvado por ratos.
A pesar de que exista una hiedra venenosa que se enraiza en mi pecho, y poco a poco aprieta mi cuello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario