Seguidores

lunes, 10 de octubre de 2016

Hechos de dolor

El paso de los años nos hace darnos cuenta de nuestra verdadera personalidad. Las experiencias a las que  nos enfrentamos nos van mostrando quienes somos en verdad, de que somos capaces y como reaccionamos ante las situaciones. 

Poco a poco me voy encontrando a mi mismo, poco a poco me veo reflejado en mis textos, que por si solos me describen sin siquiera intentarlo. Quién diría que aquellos textos que iniciaron como lamentos nocturnos forjarían lo que soy ahora.

La felicidad es un breve oasis en el desierto de la tristeza, y aunque suene lamentable, creo que vale la pena recorrer mil millas de desierto para toparnos por un momento con ella. 

Y si me atrevo a realizar esta analogía, es porque considero que realmente la felicidad se da en breves espacios, aislados uno del otro, y que debemos aprovechar el poco o minísculo tiempo que duren. 

Suena algo triste la vida vista desde este modo, pero es que la vida en si es tristeza, melancolía, desesperación y angustia del que vendrá. Y está bien, así es, y así debe ser.

Releo mis textos y noto que cada dolor me ha vuelto quien soy ahora. 

No sería el Ivan que soy ahora sino fuera por aquellos desvelo nocturno de puberto al darme cuenta que por más que se amará a alguien, era imposible hacerlo cambiar de orientación sexual. 

No sería el Ivan que soy ahora sino hubiera decidido abstenerme del que creí ser mi más grande sueño. 

No sería el Ivan que soy ahora sino hubiera escrito esos textos a deshoras de la madrugada, cubierto en dudas, miedo, llanto y dolor. Textos que si pudieran olerse o degustarse, sabrían a un Enrique , que olerían o que se sentirían como el desprecio de un Luis David. 

No sería el Ivan que soy ahora sino me hubiera hundido en un sueño que duró 6 meses y me enseñó mucho más de mí que un espejo y que me enseño mucho más del mundo que una escuela. 

No sería el Ivan que soy ahora sino me hubiera arriesgado contra todo pronóstico a husmear en el pasado para encontrarme con un amor  llamado Juan Pablo. 

No sería el Ivan que soy ahora sino me hubiese dado cuenta que las relaciones son verdaderamente difíciles, y que son un bien mal que no le desearía ni al peor de mis enemigos. 

Y así un sinfín de historias que se fueron relatando en mi vida, algunas cortas, otras largas, unas tristes, otras más felices pero dolorosas. 

Cada una queda como un tatuaje sobre mi piel, pero no como cualquier tatuaje. Ojalá quedaran como una simple nube, pero no, quedan más dentro, más profundo, tatuajes que ni una sesión de rayos láser podrá remover. 

No sería el Ivan que soy ahora sino fuera por todo ese dolor que me ha ayudado a sentir felicidad. No seríamos quienes somos ahora sino estuviésemos hechos de dolor. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario