No llegan las respuestas a las preguntas que me hago, a las preguntas que me hice ayer, la semana pasada o hace 15 años, nadamás no llegaron. Sólo llega la constante repetición de sentir que lo que hago significa nada, más que una forma de pasar el tiempo en lo que pasa algo más.
Un hechizo cayó sobre mi, el cielo se partió en dos y cayó un rayo, lluvia, el día de mi nacimiento, no me ha soltado desde aquel día y viví en mi.
Esta constante búsqueda de respuestas que no llegan, pero se desdibujan entre historias y momentos frente a mis ojos, frente a mis emociones, y hoy, sentado en la sala mientras observo el techo y escucho afuera la lluvia caer, una vez más me doy cuenta, de que esas respuestas no llegan.
Logró entender el pasado cuando ya es muy tarde, me fui, vivo en el presente tratando de entender el ayer, mientras el futuro que viene de frente llega por sorpresa.
Nadie nunca me pidió perdón, nadie nunca estrechó mi mano contra la suya para darme la razón; solo tocó vivir como se pudo, intentando descrifrar esas respuestas que no llegan porque yo mismo he tenido que crearlas, originarlas desde dentro de mi.
Un hechizo cayó sobre mi, vive en mi, no se va. Este constante miedo que poco a poco se ha vuelto esperanza, esta constante inseguridad que se ha convertido en valor, esta constante tristeza que poco a poco se vuelve nostalgia.
Hay en mi un conjuro que es lo que me llena de poder, es ese líquido que se abre por mi pecho, llega hasta los bordes de mi ser. Es lo que me trajo aquí, la esencia de mi. Agua corre por mi, da preguntas, da respuestas. Un hechizo sobre mi.